El insultador de turno

La sociedad ha sido insul-tada a través del tiempo porque se ha dejado insultar. Aquellos que pre sumen de bravo pueblo deben mirarse en el espejo de las injurias soportadas en silencio. Los que se empeñan en encontrar gestos de dignidad colectiva en las horas de oprobio, que han sido muchas, no encontrarán prendas para alardear. Cuando la ciudadanía escucha, sin reaccionar públicamente, las insolencias que Nicolás Maduro arroja en la cara de uno de los líderes que ha escogido para que la represente, prosigue una penosa historia.Quizá una de las afrentas más sonoras en este sentido brotó de la boca de Boves. Salía de la Catedral de Caracas y el pueblo lo aclamó, para que el capellán lo felicitara por su popularidad.No me felicite, padre, respondió el caudillo, quien se apresuró a explicar la respuesta con un hecho concreto. Hizo callar a la multitud y lanzó un grito: ¡Vivan los ladrones que siguen a Boves!. La consigna fue respaldada por un entusiasmo clamoroso, para que el aclamado terminara su diálogo con la siguiente sentencia: Este pueblo grita lo que le griten, y partió al galope mientras continuaban los vítores. En breve la conversación fue conocida y celebrada por la gente. ¿Cabe mayor desprecio de la colectividad, pero, a la vez, mayor regocijo frente al balde de porquerías con el que te bañan? Un segundo caso muy elo cuente no tuvo como protagonista a un caudillo iletrado, sino al mandatario de blanca tez y finos modales que se empeñó en conducirnos por el carril de la civilización. Enfurecido por las críticas sobre un convenio de negocios que pretendía suscribir con un aventurero francés, Guzmán Blanco dijo a su padre que los reproches no le importaban de ninguna manera, y que publicara en los periódicos la contestación terminante que dictaba. Esto fue lo que dictó: Me tiene sin cuidado lo que digan sobre el protocolo, como si lo dijera un indio del Caroní. Sobre mí no influye persona nacida. La afirmación fue recibida por los líderes políticos y por los lectores en general sin que nadie se ofendiera por la estatura del menosprecio. Poco antes había dicho que Barquisimeto era un pueblo de pulperos enfranelados, para que nadie se diera por aludido.Volvamos al terreno de los hombres de...

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