Insultos gratuitos

N o perdió tiempo el general Raúl Castro para descifrar la incógnita de su probable comportamiento como presidente pro tempore de la Comunidad Latinoamericana y Caribeña. Por llegar a tan alta y comprometedora posición, los analistas se aventuraron a darle cierto crédito al mandatario cubano. No fuimos la excepción, y aquí en este espacio se dijo que puesto que América Latina y el Caribe habían cambiado tanto como para que el general fuera aceptado como presidente de la Celac, era de esperarse que también Cuba y, él, personalmente, reconocieran los grandes y significativos cambios de la región. La ingenua carta blanca no tuvo vida.

El general no cambia ni cambiará, y menos ahora que se siente todopoderoso y capaz de quitar y poner reyes. O virreyes, o representantes personales. Lo que usted quiera en el catálogo generoso de las delegaciones. Su discurso inaugural como presidente de la Celac fue ambiguo y le rindió incondicionalidad al pasado del cual vive y sobrevive, y prolonga como una sombra ya no solo sobre Cuba sino sobre la región que acaba de honrarlo, desmintiendo la letanía del aislamiento que tanto les ha servido para excusar la mano de hierro y el dogmatismo.

Contra la prédica de unidad bolivariana que la retórica la asigna a la Celac lo que se puede vislumbrar quedó expresado en las distancias que marcaron los países en sus negociaciones con la Unión Europea y asuntos como las inversiones extranjeras. La presencia de general Castro en el organismo no detendrá las negociaciones de países como Brasil, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Costa Rica o México con la UE, incluidas las islas caribeñas tradicionalmente vinculadas con sus...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR