Inteligencia y poder

T odavía faltaban más de 12 meses para que Salvador Pérez firmara para el profesional.Solo tenía 15 años de edad. Pero ya el muchacho llamaba la atención de los scouts. Su brazo superaba el promedio buscado por los cazatalentos, ya tenía el don especial para llamar los envíos y la visión del juego necesaria para ser un receptor.El joven carabobeño poseía todas las herramientas que los veedores ansían encontrar en un careta y había que sumarle un plus: sabía cómo batear.Recuerdo que ese muchacho era un bateador que le pegaba a la bola del medio al jardín derecho, rememora Ubaldo Heredia, quien fungía como coach de pitcheo en un campeonato panamericano de beisbol menor, realizado en 2005, en Barquisimeto. Eso le daba más valor a lo que ya sabía hacer con la mascota.Heredia, ex lanzador de los Leones del Caracas y scout de los Marineros de Seattle, tiene frescas las características que distinguían como paleador al adolescente Pérez, quien ahora es una brillante estrella en los Reales de Kansas City. Era un bateador de líneas, comenta.De esos que llaman bateador de callejones. Cuando colocas eso en un reporte proyectas entre 8 o 15 jonrones en Grandes Ligas.El caso es muy similar al de Wilson Ramos. A él lo vimos en Bejuma estado Carabobo, dice Iván Arteaga, instructor en la organización Mellizos de Minnesota y uno de los técnicos que evaluó al actual receptor de los Nacionales de Washington.Vimos que siempre tuvo la habilidad para pegarle a la bola.Era fuerte, atlético, con fuerza ocasional y, obviamente, muy inteligente.Por el reporte realizado por Arteaga y otros scouts, los Mellizos decidieron contratar a Ramos en 2004. Había una esperanza de que algún día fuera un careta que sacara entre 10 y 15 pelotas por...

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