Introspección del bailarín

Tres bailarines en su rutina corporal y un salón de ensayos como ám bito espacial constituyen los elementos esenciales de Relevé, el cortometraje de Oscar Lucien realizado hace 25 años, que de nuevo tomó actualidad con motivo de su presentación al lado de Pina de Win Wenders, dentro del Festival Internacional de Teatro. El nombre del corto alude a un paso emblema del ballet clásico, aunque en este caso el sentido de elevación que lleva consigo busque la trascendencia del gesto cotidiano de un intérprete de danza. Ver de nuevo Relevé significó varias cosas. En primer lugar, el reencuentro con un trío de ejecutantes que sobrepasa la reiterada estructura de una clase de entrenamiento para demostrar dominio pleno de un código expresivo. La indumentaria de trabajo habitual del bailarín, el calentamiento muscular previo y la tensa calma reinante al inicio de la sesión diaria son sorprendentemente auscultados por la mirada analítica y precisa de Lucien, quien en su introspección penetra a profundidad en el espíritu de una materia siempre dispuesta para el movimiento suave y también exhaustivo. La cámara del realizador sigue con detalle cada motivación, cada rasgo, cada trazo, cada detalle. Toma el pulso emocional tanto de un inicial estiramiento como de una dinámica frase de desplazamientos. El prefijado orden y su correspondiente visual, así como la valoración física del cuerpo, son intervenidos por un tratamiento cinematográfico que aporta en cuanto a miradas, aproximaciones e interpretaciones alternativas del movimiento, todo dentro de la danza, nunca fuera ella. No muestra Relevé una obra coreográfica en sentido estricto...

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