El invierno árabe

Hace un año los demócratas del mundo celebraban el amanecer de la primavera árabe, una onda que arrasaba con dictadores y dinastías enquistadas en el poder en territorios musulmanes. Túnez, Egipto, Libia, Siria y las propias monarquías del golfo Pérsico se colocaban al borde del abismo. Ben Ali de Túnez se refugió en Arabia Saudita, Mubarak en Egipto fue desalojado por la algarabía de la plaza Tharir y los mandos militares, Gadafi en Libia entabló una guerra durante meses que culminó con su ajusticiamiento, y Siria afronta todavía una larga matanza. Para los voceros del Gobierno de Israel la lectura de estos hechos es distinta. Durante unos días conversamos con políticos, funcionarios y periodistas en Jerusalén y Tel Aviv. Para los israelíes la guerra forma parte de su ADN histórico, y pese a ello han constituido un régimen parlamentario eficiente, y construido sobre tierras hostiles una nación en franco desarrollo industrial y científico. En el alto nivel de la reciente alianza entre los partidos Likud y Kadima que controlan el Parlamento existe la convicción de que si las conversaciones de las potencias, la AIEA e Irán sobre el tema nuclear fracasan, se abri rá el camino de la guerra. Si Irán no detiene ahora su programa de enriquecimiento de uranio, en diciembre estará en condiciones de declarar el conflicto. Es más, según las fuentes, con lo avanzado hasta ahora Teherán estaría en capacidad de alcanzar el territorio israelí. ¿Cuál es...

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