Invierno en Berlín

La inspiración ha sido transferida desde los días en que el joven Alexander recorría, tal vez en compañía del atronador Wilhelm, la amplia explanada de los tilos que varios kilómetros más adelante se transfor maría en boscoso cielo del campamento ecológico de Tegel, la residencia de la baronía Humboldt y camposanto de los hermanos prodigiosos. Walter Benjamin quiere que sea la música de los parques y la humedad de las estancias los recuerdos más fijos de su infancia berlinesa. Patria de héroes y dulces, Bismarck pernocta sus desvelos para inventar un imperio que sea modelo de orden y rigor. Sabemos que fue capaz de lograrlo. El escenario de hoy de ayer será menos triunfante y encantador. Lo encontramos en el acápite de idéntico título del célebre ensayo Los días de Cipriano Castro Bidyco/ UCAB, 2011, de Mariano Picón-Salas. El cuadro es oscuro y anuncia la prolongada lluvia espiritual que le espera al caudillo equinoccial: Bajo el frío invierno berlinés, con un riñón menos y con los vendajes de la convalecencia, salió don Cipriano de la clínica. Desde Caracas le cortan el crédito bancario y, habiéndose acostado acaudalado magnate, se despierta hecho un harapiento indigente. La comedia le roba algunos trazos a Sófocles: Con su temperamento teatral se siente protagonista de una gran tragedia histórica, y asume ese papel ante el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo en la conocida entrevista del hospital Hy geia. Salido del Táchira profundo, se fantasea un dios de Ajaccio: Se compara a ratos con Napoleón y acaso se forja la ilusión de otros Cien Días. Todos le dan la espalda en aquellas lejanías nacionales que desde Berlín parecen pequeñeces de un mundo...

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