Yo jamás he bajado la cabeza, ni como artista ni como ser humano

El primer pago que Francis Rueda recibió por su trabajo como actriz fueron 50 bolívares. Con parte del dinero se compró unos zapatos y unas pinturas de uñas; la otra se la dio a su mamá. Hacer teatro siempre ha sido una proeza. Y nunca se recupera en lo monetario, dice quien tiene medio siglo sobre las tablas encarnando personajes. Porque para ella el teatro es aire, no importa lo que cueste respirarlo.Alumna de grandes como Horacio Peterson, Carlos Giménez, Grishka Holguin, Gilberto Pinto -que también fue su esposo-, Antonio Constante, Rafael Briceño, José Ignacio Cabrujas, Román Chalbaud y Ugo Ulive, la cultura la acompaña desde pequeña, de cuando soñaba con ser bailarina clásica y le robaba libros de Dostoievski y Alejandro Dumas a su hermano mayor. Pero el teatro la atrapó cuando vio Los incendiarios en el Teatro Nacional. No llegaba a los 15 años. Recuerda aquella época y sus ojos verdes se hacen más intensos tras sus lentes de aumento.--¿Qué representan 50 años de teatro? --Es un camino muy largo.Gente y cosas maravillosas y otras no tanto. Es el camino y afortunadamente llegué. Hay un respeto hacia mí y eso me lo han dado años de una carrera limpia, muy linda, porque amo la profesión profundamente y porque existe gente por la que vale la pena seguir trabajando.--¿Cuáles han sido de las experiencias más duras que le ha dejado el oficio? --Muchas. Cuando entré a la Escuela Juana Sujo era menor de edad; logré ingresar gracias a que Doris Wells me ayudó con una palanca. Ese primer encuentro fue muy duro para mí.No estaba preparada para lo que enseñaban ahí. Me dijeron que no calificaba y me fui a casa. Pero al día siguiente volví.Eran dos años de estudio y yo hice tres. Fue un ciclo que tuve que pagar duro por mi inmadurez. Pero todo se supera.--Luego de décadas, ¿cómo trabaja los personajes? --Ya no me desboco como an tes. Era un bloqueo por las tensiones, quería que todo saliera de inmediato. Ahora el oficio está dominado; tengo el 50% ganado.-¿Qué tiene el tea tro que no ha dejado de apasionarla? --Lo más rico es el proce so de ensayos, me gustan más que las funciones, porque uno aprende más. Ya en las presentaciones sabes lo que vas a ha cer. El aplauso es rico y el público es fundamental, es para mí lo más valioso. Pero el proceso de trabajo con el director y los compañeros, contigo mismo investigando sobre el personaje es bello y nutritivo.Y aprender a oír es...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR