Jesús, el preso político

Cuando era pequeño, a pesar de que en mi casa eran comunistas, yo siempre montaba el nacimiento. La verdad sea dicha, nunca he visto a un ateo que fuera más creyente en la Navidad y en el Niño Jesús, que Aquiles Nazoa, mi padre.Hacíamos las casitas de car tulina y de corcho. Las figuritas con arcilla y las ovejas de algodón. A veces, también fabricábamos un laguito con agua, en donde flotaban unos absurdos paticos de plástico.Y ustedes se estarán pregun tando: ¿y por qué un humorista escribe esto en una página de opinión? La respuesta es que, hacer un nacimiento, además de ser algo bonito y familiar, es metafórico dada la desproporción: las figuras, las casas, las ovejas y los reyes magos, casi nunca son del mismo tamaño y, sin embargo, se ven felices. Las ovejas casi siempre son más grandes que los pastores y las casitas son del tamaño de los paticos que flotan en el lago.Los reyes magos siempre an dan lejísimo y hay algo de lo que casi nadie se da cuenta: en Belén no había ni hay cerros, sin embargo, el niño nace en un pesebre que a todos se nos ocurre que está en lo alto de una cima.¡Qué bonitos son los naci mientos! Con sus incongruencias arquitectónicas, sus des proporcionadas figuras y su estrella de aluminio. Ellos son un reflejo de los seres humanos y de la imperfección en la que vivimos. De hecho, cuando veo nacimientos absolutamente ordenaditos y coherentes, no me...

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