José Reinaldo Guédez. El trapecio

Decía Isadora Duncan: Danzar es sentir, sentir es sufrir, sufrir es amar. Usted ama, sufre y siente. ¡Usted danza!. No hay expresión de las artes que se vincule de manera tan directa con el cuerpo que el baile. Coreografiados o no, los movimientos corporales, cuando son sentidos, instintivos, desinhibidos y libres, son capaces de sacar a la superficie lo más profundo del ser humano: su vulnerabilidad y su fortaleza, su deleite por la vida, pero también sus angustias más paralizantes. Cuando los cuerpos danzan, muchas grafías son escritas en el aire. Y quien observa, descubre historias breves, efímeras en cada paso, en cada pirueta. Y a cada uno de los que miran a los bailarines ejecutar una coreografía les llega un cuento distinto, como si la conexión entre él y el que danza no tuviera más existencia que en un íntimo vínculo sensible, de múltiples significados. Los cuerpos nunca mien ten Âlo aseguró Agnes De MilleÂ, así que cuando se trata de danza no queda más remedio que afrontar la realidad, por estilizada que ésta parezca. José Reinaldo Guédez es co municador social egresado de la UCAB, pero su ejercicio creativo ha estado orientado a la pintura, la fotografía, el teatro y la danza. Esta última lo define, lo configura, al punto de que muchos de sus desvelos son ocasionados por el impulso irreprimible de componer coreografías, de trasladar a los cuerpos de otros lo que le sale pensar del mundo y de sí mismo. A este maracayero de 42 años de edad, fotógrafo, videoartista y docente en la Escuela Superior...

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