Kafka: habla Pietro Citati

Pronunciar el nombre de Kafka inquieta. Para quien ha leído sus narraciones y conoce aunque sea de forma somera algo de su vida, nada termina por resolverse. Frecuentarle, dedicarle tiempo a sus numerosos intérpretes, abrir el volumen de sus diarios en cualquier lugar y maravillarse por esos ramalazos de lucidez sobrehumana, no aminora las interrogantes. Al contrario, las ahonda, las mezcla unas con otras, las oscurece: Kafka bien podría ser, a pesar de Max Brod, de Marthe Robert, de Maurice Blanchot y de tantos otros o quizás también a causa de ellos, la figura que anuda, donde se congestiona lo que tiene de indescifrable el mundo moderno. El lector puede preguntarse cuál podría ser el beneficio de levantar el Kafka de Pietro Citati del mesón de novedades este libro tiene una versión anterior en español: en 1993, Ediciones Cátedra lo publicó en su colección Versal, traducido por Juana Bignozzi. Para qué ir hasta la caja y pagarlo. Puede preguntarse qué podría añadir Pietro Citati, por sí mismo un lector de lo complejo, a ese deseo que, creo yo, se esconde entre los lectores de Kafka, que consiste en la pretensión de revelarlo, de sacarlo de su escondrijo, de ponerlo bajo las luces, cada vez más parpadeantes, de la racionalidad de Occidente. Citati canta a Kafka. Regre sa a su vida y a cada línea de cuanto aquél escribió. Tiende una sonda a la búsqueda de huellas, pálpitos y sombras que hubiesen podido pasar desapercibidas. Con su inmenso acervo literario, lo escucha, lo lee, lo asocia, lo vuelve una presencia en su mesa de trabajo, sin vulnerarlo, limitado a lo que los textos y testimonios autorizan. No especula con todo aquello que incita a especular no olvidemos que Kafka es el demonio de las contradicciones, ni lo banaliza. Por aquí y por allá, a veces Citati recuerda a Tolstoi, Dostoievski, Flaubert o Dickens: son puntuales recursos de comparación que el erudito obsequia al lector. Y, como en otros libros suyos todos escrituras de incesante belleza, Citati oculta la complejidad de su método. No exhibe la variedad y maleabilidad de las herramientas a su disposición. Muy al fondo, si uno persiste en rastrearlo, en alguna frase se escucha al crítico literario. Pero aquí lo que interesa es otra cosa. Es la experiencia de la escritura pródiga. De la inspiración y expiración del ensayista. Del lector que aus culta y celebra todo cuanto sus ojos alcanzan. Lo que Citati dice de Kafka, que nada escapaba a su curiosidad, también puede decirse de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR