El ladrón de libros

El robo de un ejemplar de la primera edición de Cien años de soledad de una vitrina de la FilBo, donde se exhibían otras ediciones y traducciones de la novela a decenas de idiomas, cierra con broche garciamarquiano las celebraciones dedicadas a Macondo.El ejemplar de coleccionis ta, dedicado por el autor al librero Álvaro Castillo, no tiene en apariencia un valor comercial. Una de las razones, de poco peso, para descartar ese valor es que se trata de un libro dedicado. Pero resulta que no, que ese sería un valor añadido a la pieza en un mercado sofi sticado de coleccionistas.Si se tratara de un mandado hecho por un caprichoso coleccionista a un ladronzuelo de feria, el caso tendría altos vuelos literarios. Alguien, más por pasión hacia los libros que por interés comercial, se habría metido entre ceja y ceja la idea de tener ese ejemplar.Un ladrón de libros no es un ladrón cualquiera. Es alguien poseído por una pasión incontrolable hacia los libros, capaz incluso de matar para hacerse con la pieza codiciada. Si se tratara de un caso colombiano de ladrón de libros por amor y pasión, estaríamos ante una...

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