Lamiendo al Libertador

Cuando Deborah Castillo llega arrobada ante la efigie del Padre de la Patria, entorna los ojos posesa de su veneración, va volviendo sus gestos como los de Santa Teresa en éxtasis, se acerca poco a poco, con timidez al principio, con más seguridad después, y por fin comienza a besarlo una, dos, tres, diez veces, en cada embestida más resuelta, más intensa, más excitada, hasta que no puede más, ya es una ráfaga, una estampida, saca la lengua y empieza lamerlo, lo recorre, llega a su propio éxtasis; está demostrando su amor o, en todo caso, representando el amor que dice profesar toda una sociedad. Si el culto es la manifestación externa de una forma de amor, de hacerse uno con el otro re-ligar, entonces la cópula espiritual, la del alma que en su noche oscura se entrega al esposo celestial, o la cópula carnal, esa del amor se corona con la compenetración entre dos, es una forma posible, aunque extrema, de rendirle culto a un héroe nacional. Sobre todo cuando se trata de uno como Bolívar capaz de producir la mejor y tal vez en términos de su registro primera literatura erótica de la nación: quien le escribió a su amante que quiero verte, y reverte y tocarte y sen tirte y saborearte y unirte a mi por todos los contactos, evidentemente sabía de las cosas del amor, de sus fluidos, de la cópula que implica esa unión superior.¿Es Deborah una mística al es tilo de Santa Teresa, a quien la flecha del ángel le generaba una mezcla de dolor y placer que la hacía gemir? ¿Es una bolivariana obsesionada por encarnar a Manuelita Sáenz y así unirse al Padre por todos los contactos? ¿La palabra e imagen del Libertador puede producir la transverbación? No lo sabemos, pero en todo caso representa un amor que van más allá de eso Santiago Key Ayala llamó el culto palabrero, en el que se han derramado océanos de tinta y de saliva el culto que el mismo Bolívar advirtió en carta célebre: con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y el mal, y muchos lo invocan como el pretexto de sus disparates para llegar a pocas cosas, o al menos a pocas cosas buenas. El beso emancipador , como se lla ma la instalación que podemos ver en la exposición Acción y culto Centro Cultural Chacao, del 27 de febrero al 14 de abril, estremece y seguramente ofenderá a algunos. Es audaz hasta el extremo. Pero ese estremecimiento la experiencia estética siempre es estremecedora, o no lo es debe tocar la tecla de la reflexión sobre lo que realmente hacemos y hemos hecho desde hace dos...

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