Nuestra fealdad latina

Japón. Al escribir es tas líneas, la situación en la planta nuclear de Fukushima seguía siendo muy grave, aunque poco a poco parecía atenuarse el pánico global acerca de lo que debe ser visto, antes que nada, como una emergencia local, y que jamás superará la tragedia humanitaria ocasionada por el tsunami. La semana dejó algunas imágenes que parecían de ciencia ficción: por ejemplo, los reportes del clima en CNN con énfasis en la dirección de los vientos presuntamente radiactivos provenientes de Fukushima. Nuevamente, el canal argentino TN Noticias se convirtió en el más pintoresco. A sus estudios fue llevado uno de los obreros que ayudó a apagar el incendio en Chernóbil en 1986 y el hombre, hoy residenciado en la nación sureña, hasta sacó un medidor de radiactividad de bolsillo. Cuando se enteró de que el ejército estadounidense había ordenado a sus soldados mantenerse alejados al menos a 80 kilómetros de Fukushima, sentenció de manera despectiva: No puede haber guerra sin muertos. Nuestra Belleza Latina Venevisión. Cuando veo este programa producido por la cadena latina estadounidense Univisión, doy gracias a la inmensidad celestial por haber nacido en Venezuela. Sin ánimos de ser chauvinista, estoy seguro de que, si me paro 15 minutos frente a la puerta del Centro Sambil en Caracas, recluto 50 candidatas mejores. El vestuario de Osmel Sousa, que vive una segunda juventud, es desconcertante, aun que creo que sus referencias estéticas se encuentran en el pop británico, por ejemplo Elton John y la banda Duran Duran. De un grupo de 24 candidatas que desfilaron el pasado lunes, 7 eran mexicanas, 6 puertorriqueñas, 3 cubanas, 2 colombianas, una nicaragüense, una salvadoreña, una paraguaya, una brasileña, una ecuatoriana, una dominicana...

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