Revolución y lechuga

I.Aquellos polvos, de hace algunos años, trajeron estos lodos en los que ahora patinamos. Me refiero a la fascinación por el modelo cubano y al desprecio por las reflexiones generadas desde la izquierda de cara al siglo XXI. Aludo a la ideologización fatua de la gestión pública. Al manejo político-electoral de los programas sociales. A la división maniquea del país. Al centralismo como sinónimo de orden y eficacia. A las expropiaciones como equivalente de justicia social. A la manía reeleccionista y al culto a la personalidad. Al caudillismo y a la antipolítica, aderezados ambos con el voluntarismo. A la debilidad de los contrapesos institucionales que caracterizan a la democracia. Me refiero, en fin, a la soberbia de una élite que se hizo adicta al mando, y ha sido incapaz de hacer balances, asimilar equivocaciones y desandar caminos.II.Aquellos polvos explican, así pues, una historia larga que se diluye hoy en día frente a una cola larga de ciudadanos tratando de comprar electrodomésticos importados. Demuestran que la condición rentista no solo se mantiene, sino que se ha agravado. Evidencian que el desarrollo endógeno es una quimera, que dependemos del exterior y que la situación de los puertos debe ser nuestro principal desvelo. Prue ban, pues, que la política cambiaria es la madre de todas las políticas oficiales y que el dólar se encuentra en el centro de las acciones y pensamientos de cada venezolano. Ponen en evidencia, por tanto, que la vida del país se juega en Cadivi, Sicad y siglas similares, especie de lotería sesgada por manejos sospechosos.Expresan, en síntesis, la creación de un contexto en el que es imposible que no pase lo que está pasando, es decir, que no haya leche, que un carro viejo cueste más que uno nuevo, que falten muchas medicinas y que los boliburgueses y los bolichicos se reproduzcan, no así el hombre nuevo.III.Desde aquellos polvos, digo, no resulta extraño, entonces, que el gobierno se haya visto embro llado por la inflación, la escasez y esas cosas que nos enredan la vida cotidiana. Ni es raro que se sacuda las responsabilidades y hable de una guerra económica para enfrentarla favor, no olvidar que hay elecciones a la vuelta de la esquina, queriéndonos hacer creer que la crisis empieza y termina en especuladores nacidos por...

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