Lenin, Lennon y yo

I .Cuenta la Biblia lo dicen hasta los no creyentes -, que Dios creó el mundo en seis días y para el séptimo inventó el descanso, agotado por la faena, imagínese usted, hacer el universo en tan poco tiempo. Estableció, así, el derecho al reposo, aun cuando después le dijera a Adán, tras el incidente con Eva, que tendría que ganar el pan con el sudor de su frente.Quedaron, pues, instaurados, por orden divina, la siesta, los fines de semana, los feriados patrióticos y religiosos, los puentes y, desde luego, las vacaciones.En nuestro país, la vida está or ganizada para que el mes de agosto sea el destinado a las vacaciones y cada uno se las apaña para que le vaya lo mejor posible, de acuerdo con sus posibilidades y preferencias, los cuales, por cierto, no siempre coinciden: por lo general las preferencias exceden de largo a las posibilidades.Como todo el mundo, yo es toy, así pues, disfrutando de unas merecidas ¿nunca son inmerecidas? vacaciones. Tendido a orillas del mar la naturaleza no ha inventado nada mejor para acercarse al cielo-, se me ocurre, visto que para eso fue inventada la ociosidad, pensar en lo que son las vacaciones, cómo se las puede entender, y escribir al respecto.Es que mientras esté en la playa no quiero ocuparme de este país, siempre a punto de cortocircuito, en el que ahora vivimos.II.Siento, pues, que las vacaciones pueden servir para saldar el déficit de sueño que te adeuda la exis tencia o, según el caso, levantarte lo más temprano posible a fin de tener más tiempo para no hacer nada. Para haraganear, deambular sin oficio ni beneficio, sin tener un cronograma puesto de corset. Hacer del dolce far nien te una consigna a muerte. Escru tar el cielo y descifrar su mensaje a través de las nubes, como si éstas fueran las sombras de un test psicológico. Probar esta suerte de aperitivo ideológico de la sociedad del ocio, regida por el derecho a la pereza, según lo vaticinó Paul Lafargue, yerno de Marx. Recordar que el exceso de realidad es nocivo para la salud, más que el tabaco. Y también para pensar en las musarañas.Las vacaciones pueden servir, así mismo, para conocer a qué sabe la vida cuando no andas apurado. A qué sabe cuando no tienes nada pendiente y te encuentras desbordado por la sensación de libertad. A qué sabe tener...

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