Leonardo Ruiz Pineda

Leonardo Ruiz Pineda fue asesinado en una calle de San Agustín del Sur el 21 de octubre de 1952. Desde inicios de 1949, cuando fue liberado de la cárcel después del golpe militar contra Rómulo Gallegos del 24 de noviembre, fue el secretario general de Acción Democrática en la clandestinidad. Han transcurrido 60 años, los sucesos políticos se han atropellado los unos a los otros, y, por lo general, escasea el tiempo para pensar en quienes, como Leonardo, se obstinaron en entregar su vida a la construcción de la democracia en Venezuela. No hay cómo imaginar la deu da que la nación tiene con esos hombres singulares que combatieron sin pausa y sin miedo, que optaron por la resistencia clandestina como una manera de enfrentar a la fuerza bruta. Fui amigo de Leonardo desde mis tiempos de liceísta en San Cristóbal, cuando él era profesor y presidente del estado Táchira, y lo acompañé en el CEN clandestino. En la Cárcel Modelo, Leonar do comenzó a escribir su autobiografía. No quería ser sino escritor: Entonces fui ganado definitivamente por un comienzo de orientación que despertaba en mí, brumoso, vago. Mis poemas perdieron el acento melancólico que le daban tono de sentimental congoja, tomé el estilo de `vanguardia?, `sugerente?, como entonces era calificado. Escribí poemas, variados y numerosos poemas... escribí cuentos, numerosos cuentos. Pero como a otros jóvenes, a la muerte de Gómez, el destino le señaló el arduo camino de la política. Entonces ÂdijoÂ, no acertaba a prever el proceso de sacudimiento colectivo que viviría Venezuela al desaparecer el jefe del régimen político en torno al cual gravitaba aquella edad oscura de atraso e incultura. Retengamos estas líneas fina les de su confesión inconclusa, escritas en diciembre del 48 en la prisión y que relatan su llegada a la capital: Cargado de esos confusos y complejos pensamientos llegué a las puertas de Caracas una tarde de septiembre de 1933, a los 17 años de edad. Entraba en mi ciudad madre, la que luego formaría a su imagen y semejanza el contorno de mi nueva vida. La ciudad alegre, enervada de juvenil desgaire, desbordante de esa imponderable fuerza espiritual que fluye en la sonrisa de sus mujeres y en el ademán acogedor de su regazo, abría sus brazos cálidos para recibir al anónimo estudiante provinciano que golpeaba sus puertas cargado de maletas, sueños y esperanzas. El joven Ruiz Pineda llega a Caracas para observar lo que llamó sacudimiento colectivo, y a partir de 1936 reparte...

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