¿Letras o números?

En una oportunidad en que viajaba de Maiquetía a Acarigua me tocó al lado un señor parlanchín que me preguntó: ¿a usted que le gustan más las letras o los números? Él señor insistía en que los seres humanos nos dividíamos entre letrados y numerarios. Me causó gracia aquella taxonomía y, la verdad, no es descabellada. Obviamente, me encuentro entre los amantes de las letras, pero desde que comencé a jugar dominó, en la adolescencia, cuento a gran velocidad las fichas sobre el tablero, pero no logró que con el mismo ímpetu se reproduzcan las cifras de mi cuenta bancaria. Lástima. No recuerdo con exactitud el día en que mi maestra en El Paraíso me señaló un diccionario, pero si me veo ojeándolo, fascinado con la arboladura de las palabras. Conocer la raíz etimológica de un vocablo es como si un rayo se posará sobre nuestra cabeza y sembrara una alegría mayúscula: el fogonazo de un descubrimiento, del saber. Quizás por ello la enciclopedia Lo sé todo que administraba mi madre y nos remitía a ella como si se tratara de un arca continente, me alimentaba a diario. ¿Una duda? Lo sé todo la aclaraba y yo seguía por el mundo, orondo, como ostentando la más grande fortuna: el conocimiento. Luego, los mapas vinieron a incrementar mi patrimonio en combinación con los diccionarios. Leía el nombre de un pueblo, Yaritagua, por ejemplo, donde nació mi padre, y buscaba el origen del vocablo en el Glosario de voces indígenas del inconmensurable...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR