La libertad de Antonio Ledezma

La noticia atrapó el pasado viernes la imaginación de Venezuela y de los medios de co municación internacionales.Antonio Ledezma, secuestrado 1.003 días antes, primero en la prisión militar de Ramo Verde y después en su propio domicilio, había logrado burlar la vigilancia de sus custodios y ya se encontraba en Cúcuta.Más allá de lo anecdótico de la peripecia, la libertad de Ledezma tiene dos sentidos muy bien definidos. El primero, por supuesto, es el humano. A todos nos llena de alborozo la liberación de cualquier ciudadano privado de libertad por la fuerza de un régimen despótico. Pero sobre todo tiene un hondo sentido político. No se trata simplemente de devolverle su libertad a un hombre justo, sino de entender que esa libertad posee un valor que la trasciende. A partir de este instante, gracias a esa libertad, la correlación de fuerzas que acaparan el poder en Venezuela, la que representa Nicolás Maduro y la de una supuesta dirigencia política de oposición que después de desactivar la calle el pasado primero de agosto, cada día colabora aún más con el régimen, ha cambiado abruptamente. De ahí la reacción grosera de Maduro ante un hecho que lo tomó por sorpresa y de ahí también la bochornosa conducta de algunos escribidores de esa república criolla de Vichy al hablar, sin ningún pudor, de una presunta participación del alto gobierno en la liberación de Ledezma.Por supuesto, ambas fuerzas tienen razón para actuar de es ta impertinente manera. La libertad del alcalde constituye un peligro real para ambos. A fin de cuentas, la alianza de Ledezma con María Corina Machado es una combinación del carajo. De nada vale la sonrisa forzada de Maduro desde la pantalla del canal oficial para insultar y burlarse de Ledezma. Ya corren días muy difíciles para un chavismo que agoniza después de una semana verdaderamente demoledora.Primero fue el acuerdo de la Unión Europea contra el régimen. Después, la reunión informal del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en eso consiste precisamente la llamada fórmula Arria, condenando lo que muy pocos defienden. Por...

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