Libros: Antonio Prete II

No sólo hay un color de la lejanía, el azul, sino también un saber de la lejanía, que para Leo nardo Da Vinci era constitutivo de la pintura: mientras que en la escultura la representación de la lejanía no es posible, la pintura es el arte, el lugar donde lo lejano adquiere presencia, luz y color. No en vano Leonardo le dedica una sección entera de su Tratado a la cuestión de la perspectiva. Lo lejano, entonces, no se limita a lo abstracto, no se conforma co mo lo opuesto a lo cercano, sino que se constituye en gradaciones de la distancia, producto, a su vez, de la escenificación de la luz en su comercio sin final con la sombra. El color de la lejanía es justo eso: el resultado de un intercambio continuo y cambiante con la luz y las sombras. Antonio Prete sigo las líricas páginas de Tratado de la lejanía, coedición Universidad Politécnica de Valencia y Pre-Textos, España, 2010 busca en Tiziano, Goya cuando comenta El cometa dice: La lejanía aquí es lo alto, es el camino que emprende la cometa, la posibilidad del vuelo, Friedrich, Turner, Van Gogh, Monet, Chagall la lejanía no es el fondo de la escena, el horizonte, sino la materia misma de la escena, Magritte es inevitable que Prete se refie ra aquí a Foucault y Matisse, los modos en que la lejanía se dispone en obras específicas. De aquí Prete pasa a una de las secciones formidables de su libro: la que dedica a lo que llama Cartografía fantástica, los...

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