Libros: Dieter Richter

Seiscientos años antes de Cristo ya anidaba en Egipto la inquietud por el Sur. Los datos aportados por Herodoto podrían ser concluyentes: navegantes fenicios contratados por Necao II, tras un viaje de tres años, dieron la vuelta al continente africano y regresaron por el estrecho de Gibraltar. En la Antigüedad los poderosos organizaban expediciones al Sur para confirmar los imaginarios que pululaban. Hasta la Edad Media se aceptaba que la Tierra estaba compuesta por tres masas continentales: una de ellas era el Sur, entonces acotado al África. Seres lúbricos, activos con sus pares y con otras especies. Hombres del tamaño de un puño de allí deriva la palabra pigmaioi. Gentes que hablaban y no pensaban. Un continente asociado a un color, el negro, que simbolizaba el color del mal el alma del pecador es negra. La imaginación se estremecía: más allá de la Momería la tierra de los moros, estaban los confines de la Tierra, habitadas por seres deformes, especies contrahechas, descendientes de Noé y sus hijos. En la Edad Media los peregri nos van al Sur: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela son las rutas que magnetizan el heroísmo de los hombres de las nacio nes del Norte. Sólo los más valientes se atrevían a llegar hasta el Monte Sinaí. Avanzaban, pero hasta un punto: retrocedían sin constatar la existencia del Finis terrae. Las expediciones orde nadas por Enrique el Navegante 1394-1460 marcan un punto de inflexión de lo moderno. A los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR