La afición de un lidiador: al quite por Simón Alberto Consalvi

Entre habanos y amigos, aquí estamos, en son de homenaje para Simón. Atiendo como diría Lezama Lima a esta ley de sutilísima convocatoria para evocarlo no a oráculo tendido sino entre las espirales azules de su tabaco, intentando convertir en sustancia conversable su recuerdo y mi cariño.Dejo a un lado su biografía, sus muchos talentos, sus pesares y sus dichas, su larga lista de méritos y logros. Pensé: ¿cuál sería la verdadera vocación de Simón? ¿De dónde venía ese llamado incesante que lo llevó a moverse entre la política y la cultura, la diplomacia y la historia, el periodismo y la escritura? Pensé que podría conversar de esto... entre habanos y amigos.Simón hizo muchas cosas.Es cierto. Pero no demasiadas.Y eso está bien. Porque las hizo bien y porque todas las hizo sin desmesura en un país donde las cosas bien hechas parecen poca cosa. Fundar una editorial, por ejemplo, una revista, un semanario, escribir unas biografías, un articulito semanal y, ¡díganme eso!, ¡escribir editoriales que ni siquiera llevaban su firma! Muy poca cosa para quien piensa que sólo cuenta lo que hace historia. Y todavía hizo cosas más discretas como las que consumen los días de un embajador, de un diputado o de un preso. Cosas bien hechas, todas para nuestro gozo y para nuestro consuelo, para que viviéramos en un país más culto y más libre.Pero cuando hoy repasamos esa lista y nos preguntamos qué se hicieron, vemos con dolor cómo se han desvirtuado o envilecido la Cancillería, por ejemplo, o la suerte que corrió aquel semillero de cultura que fue el Inciba cuando él lo dirigía, y suponemos con tristeza que quizá no habrá relevo para continuar con esas últimas cosas tan discretas pero que él hacía con tanto fervor, como las ediciones que preparaba para El Nacional o los cursos de historia que daba en la Fundación del Valle de San Francisco. Muchas de esas cosas buenas que hizo Simón ya no existen o están por acabarse, es verdad, sin embargo, hay algo que perdurará para siempre mientras haya memoria en este mundo: nos queda el recuerdo de cómo las hizo. De eso quiero hablar, del cómo lo hizo... de algo que queda flotando en el recuerdo conversable, y lo veo como una faena memorable de la que siempre hablará la afición entre habanos y amigos... Dije faena , dije afición : invoco pues la que Lorca llamó la más culta de las fiestas.Y vale la comparación porque en la Venezuela de hoy, aquí se ha reunido la afición, en una feria como esta, en una plaza como esta...

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