Lima, capital de los extremos

El sol no suele asomarse en Lima. Una ciudad que se construyó entre la costa del Pacífico y el pie de la cordillera de los Andes, aprovechando la cuenca que dejaba el río Rímac, que nace en lo alto de la montaña y termina besando el mar debajo de las nubes eternas de la capital peruana. Lo que sí se acostumbra a ver por aquí es alguna pelota rodando. Bien sea en uno de los cinco estadios con capacidad para más de 30.000 personas que tiene la ciudad, o en alguna de las cientos de canchas que hay regadas por el mapa. Con cerca de 30% de la po blación del país, Lima ha sido la cuna del fútbol inca desde la época de Teófilo Cubillas Âel único peruano incluido en la lista de los 100 mejores jugadores de FIFAÂ hasta la actualidad, al punto que en las últimas 20 temporadas, sólo dos equipos han podido sacar el trofeo más allá de los lí mites de la capital, Melgar en 1981 y Juan Aurich en el curso pasado. Acostumbrado a ser anima dor de los Mundiales durante la década los setenta y ochenta, el peruano de hoy sufre al ver a su selección en el sótano de la tabla de clasificación para el Mundial de Brasil. Creo que están de últimos o penúltimos, comentó con el desparpajo de siempre Salomón Rondón, un delantero nato al que le gusta marcar, así sea contra el mejor o el peor rival. Sin embargo, su declaración evidencia que el combinado peruano ya no es aquel rival invencible que llegó a ser algún día. Un fenómeno social que llevó al equipo de Universitario a planificar un estadio para 80.000 personas a finales de la década de los noventa y que hoy difícilmente logra llenarse. Así son más peligrosos, ase guró César Farías sobre orgullo herido del que será su rival mañana. Un equipo que, a pesar de la devaluación de sus...

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