Lisboa tiene mucha personalidad

Cómo llegar. Volamos por TAP desde Caracas y fue perfecto. En libertad. Lo más sabroso de viajar es andar por cuenta propia. Saber que el único oficio al levantarse es resolver qué hacer para ser feliz en un espacio desconocido. Decirle no al: Tienes que conocer. Si se aparece y lo veo, regio. Pero no andar con una lista de pendientes. Para nosotros Âlos venezo lanos el solo hecho de caminar tranquilos es un regalo de Dios, un placer inconmensurable. Es lo que hicimos en Lisboa. En Barrio Alto y el Chiado, la zona vieja de esta ciudad portuguesa. Me cautivaron las calles tan angostas, empinadas y habitadas. No se trata de escenografías para que los turistas admiren. Son barrios donde vive la gente, guinda la ropa, sale a hacer mercado y cocina. Junto a ellos hay restaurancitos, cafés en la calzada de piedras y tiendas de souvenirs. A quienes no les provoque andar por las cuestas de Lisboa, les sugiero agarrar el 28. Es un tranvía como los de antes, en hierro y madera, que circula con sus cables arriba y lleva a todos los sitios importantes de la ciudad. Compran la tarjeta siete colinas en cualquier tarantín que dice Tabacos y la cargan cada día. Es a locha y funciona para los autobuses, metro y ascensores. Y si les suena raro ascenso res en esta ciudad empinada o en bajada según la caminen, existen estos modernos adminículos que ayudan a sortear las cuestas. El más famoso es el de Santa Justa, que te sube directo a las famosas ruinas de una iglesia sin techo, ahora convertida en el Museo Arqueológico. Muy impactantes estas ruinas bajo el cielo, con su parte techada donde están las exhibiciones. Todo fue culpa del fatídico terremoto de Lisboa, ocurrido el 1° de noviembre de 1755. Otra divinidad en esta urbe son los miradores. Los portugueses saben que se necesita tiempo para mirar, para extasiarse con los perfiles de los techos, el río, las sombras del sol, las copas de los árboles. Estuve fascinada con la catedral. Una noche genuina. Una ex periencia memorable es escuchar fados. Muchos aseguran que son un lamento, una tristeza larga, el tango de los portugueses. Tuvimos la dicha de tener una extraordinaria amiga allá ÂElena quien nos llevó al Barrio Alfama, la zona árabe de Lisboa. Calles angostas, recovecos, miradores, escalones, esquinas que se traviesan y bares de fados en cada vuelta. Muchos estaban cerrados porque era lunes, pero apareció A Baiuca, con 5 mesitas y unos bancos en 20 m². Nos abrieron un espacio entre los comensales...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR