La literatura resiste el ahorro energético en Margarita

No importa cuántos pa-sos se den, en Margarita pareciera que el sol está cada vez más cerca. Es como un acosador.El contexto no cambia mu cho con respecto a otros lugares del país. En el estacionamiento del centro comercial Sambil un hombre y una mujer guardan los cuatro paquetes de harina de maíz que compraron más temprano en Sigo, después de hacer poco más de una hora de cola.Es casi mediodía y en el cen tro de convenciones se inaugura la Feria Internacional del Libro del Caribe. Todos los reunidos en ese lugar tienen un interés en común: comprar una publicación o escuchar la conferencia de alguno de los invitados.César Miguel Rondón es uno de los más solicitados al comienzo de la jornada. Es el pregonero y pocos minutos después de hablar es rodeado por decenas de personas que quieren saludarlo, tomarse una foto o que les firme alguna de sus obras, como El libro de la sal sa . Le dicen bienvenido nave gado, como llaman en la isla a los que son de tierra firme.Nada resulta extraño para el locutor hasta que un joven le pide que le dedique un libro de Laura Antillano. Rondón frunce el ceño, pero no se molesta. Cortésmente le dice que no considera justo firmar un libro que no es de él. El mucha cho insiste. Tranquilo, el escritor le repite que no es apropiado. El admirador por fin entiende y le pide disculpas. Se conforma entonces con una foto junto a él.El arma verdadera es la lec tura. Una pistola destruye, mientras la palabra crea. Todo esto centrado en el hecho civil en un país en el que se pierde la fe en la ciudadanía. Estos eventos amalgaman lo que somos como venezolanos, dijo el autor.Sobre los...

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