La llamadita

  1. Contra todo pronóstico, el pasado domingo fue un día tranquilo. Quedaron desmentidas las voces agoreras, aquellas que, es casi una costumbre, anunciaban violencia a comienzos de la tarde y casi guerra civil a partir del lunes. Como me lo hizo saber, hace varios días, una periodista inglesa, los venezolanos hemos impuesto la anomia en el tránsito, pero en las elecciones solemos ser ordenados y respetuosos, casi ejemplares. Votó un gentío, alrededor de 80% de las personas incluidas en el registro electoral, y el proceso se dio, en general, conforme a lo previsto por el CNE. Los resultados fueron anunciados temprano y aceptados casi de inmediato, en gesto elegante y democrático, por el candidato perdedor. De paso, ahora queda pendiente ver si éste queda plantado como líder de la oposición y con la tarea de repensar una oferta política que trascienda claramente el mero antichavismo, sobre la base de un movimiento cuya heterogeneidad ha sido a la vez su fortaleza y su principal debilidad. II. El triunfo del presidente Chávez, con una ventaja incuestionable aunque empañada por un gran ventajismo durante la campaña electoral, deja al país de nuevo, y hasta próximo aviso, partido en dos trozos casi iguales. Dos trozos que, según el decir de su respectivo liderazgo, representan visiones muy distintas de la sociedad, incluso de su historia y, desde luego, de su futuro. Visiones cuyas diferencias ha subrayado de manera insistente y maniquea el candidato ganador, devaluando la calidad ideológica y política de los que lo adversan, algo que en mucho menor grado, y sólo en sectores muy radicales, han hecho también los ubicados del otro lado de la acera. Cabe preguntarse, entonces, si en su cuarto período el Presidente será capaz de intentar una reconciliación, la creación de una atmósfera de tolerancia que se traduzca en que las diferencias políticas no se procesen desde la lógica del autoritarismo maximalista, del todo o nada, a resultas de la cual hay un solo vencedor, dominador de todos los espacios políticos posibles, a cuenta de una mayoría aritmética obtenida en los comicios, desconociendo el espacio de las minorías en este caso casi la mitad de la sociedad. La breve llamada que le hizo Chávez a Capriles, ha sido, por lo insólita, noticia...

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