El llanto de Mujica y de la familia Chávez

Antes de que el féretro de Hugo Chávez saliera del Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, en San Martín, Caracas, rumbo a la Universidad Militar el miércoles pasado, se registró un episodio cargado de tristeza.Eran las 9:00 am. La familia del Presidente, el vicepresidente Nicolás Maduro, ministros, Alto Mando Militar e invitados especiales, como los presidentes Evo Morales y Pepe Mujica Bolivia y Uruguay, respectivamente estaban en el hall del hospital cuando trajeron el ataúd, y todos estallaron en llanto.Hubo tres escenas que con movieron a los presentes. La primera fue ver a Pepe Mujica acercarse a la urna y abrazarla muy fuerte. Fue como un padre que se aferró a su hijo. Como una despedida muy sentida. El hecho motivó a Rafael Ramírez y a Diego Molero ministros de Petróleo y de Defensa a darle aliento y ayudarlo a despegarse, pero él se rehusó, por lo que Maduro les dijo que lo dejaran desahogarse. Quienes estábamos allí no aguantamos; lloramos sin importar si éramos hombres o mujeres, afirmó una fuente.El segundo capítulo de hu manidad lo vivió el hermano del Presidente fallecido, Adán Chávez. El mentor del jefe del Estado, desde sus tiempos en la Universidad de Los Andes, fue hasta el ataúd; lo abrazó; alzó los brazos como quien hace un juramento y se quedó unos minutos que parecieron eternos.Asdrúbal Chávez fue a darle apoyo y lo tomó de un brazo, revelaron fuentes.La madre del mandatario también mostró todo el amor que sentía por su hijo, no sólo al romper en llanto, sino al aferrarse a la urna, como lo evidencian las fotos que circularon en medios de comunicación.Dolor de padre. Las personas sintieron la misma impresión al ver ayer en la tarde al padre del Presidente, Hugo de Los Reyes Chávez, aproximadamente a las 5:00 pm, en el salón de la UMV. No había asistido porque fue operado recientemente.En compañía de sus otros hi jos y nietos vio los restos mortales de Chávez, mientras afuera la gente esperaba su turno. Los seguidores del jefe del Estado se portaron de manera civilizada al entrar al salón castrense; sin embargo, en las colas hubo quienes, víctimas del cansancio, de las largas horas de espera, se cayeron a golpes; otros burlaron las barandas...

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