Locademia parlamentaria

Transcurridos dos meses desde la desaparición del presidente Chávez con motivo del trata miento prescrito por los hermanos Castro, escribo estas líneas todavía sin superar el impacto de los extravagantes espectáculos por la celebración de la sangrienta chapuza militar del 4 de febrero de 1992 y la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del 6 de febrero pasado. De antemano vale reconocer que si todos estos eventos y el desempeño de sus principales actores, Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, con sus insolencias, arrogancia y lenguaje soez, desconociendo y estigmatizando a la mitad del país que no votó por Chávez el 7 de octubre de 2012, forma parte de un plan para que los venezolanos a gritos clamen por el urgente regreso del comediante presidente, lo han logrado. Muy pocas semanas han bastado para entender que, a kilómetros de distancia, puede haber otro chavista peor que Chávez. Demasiado claro quedó el infierno que nos espera si algunos de ellos se consolida como sucesor en el momento que se anuncie la falta absoluta del mandatario reelecto. Pretender glorificar un san griento atentado contra un jefe de Estado elegido, en un acto encabezado por el presidente del Parlamento ataviado de militar, es tan gráfico y de bulto que allí queda como un testimonio fiel de estos años de ignominia. Paso entonces a concentrarme en la puesta en escena y simulacro de lucha contra la corrupción celebrada en la AN. 1. Ha sido el propio Chávez quien ha reconocido en numerosas oportunidades que el talón de Aquiles de su revolución está en el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción. Esto no lo exonera de responsabilidad en la materia y más bien lo compromete en la medida en que es él quien ha liderado esas conductas de gobierno, muy alejadas del decoro y la transparencia en el manejo de la hacienda pública. Nadie puede olvidar los emblemáticos momentos en que empezó a solicitar millarditos al Banco Central de Venezuela y a Pdvsa y sus frecuentes alusiones a los recursos que tenía bajo el colchón. El Gobierno venezolano, léase Chávez, maneja un presupuesto paralelo casi equivalente al presupuesto ordinario aprobado en la AN, fuera de toda supervisión de ins tancia contralora alguna. Contraviniendo la norma constitucional y legal no ha sido designado el contralor general de la República y, en consecuencia, un monto colosal de dineros públicos se maneja dentro de la más absoluta opacidad. Este es el...

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