La otra locura

S on muchas las cosas que podrían decirse de La otra locura. Concebido como síntesis constelada de la larga trayec toria de ensayista de Armando Rojas Guardia, el libro es un prisma de temas y abordajes que, probablemente, como lo intuyó Alejandro Sebastiani Verlezza al organizar el conjunto en varias regiones temáticas más o menos diferenciadas, responde, no obstante, a unas mismas líneas de fuerza que determinan el homogéneo campo gnoseológico por el que se desplaza la escritura del autor. Entre esas líneas de fuerza destaca, sin duda, la vertiente religiosa, específica y militante o fervorosamente cristiana: una línea de fuerza vertebral que atraviesa todas las regiones del libro. Seguir esta línea puede permitir un viaje abarcador que integre textos aparentemente muy distantes y distintos entre sí, comenzando por los dedicados a pensar la literatura venezolana abordada y asediada desde la perspectiva de una suerte de close reading a veces incluso intimista, aunque siempre objetiva, de las obras analizadas, hasta los textos más abiertamente confesionales o testimoniales que se inscriben en la órbita de las llamadas literaturas del yo, pasando por los textos más decididamente conceptuales, de carácter filosófico o teológico, o los que establecen una conexión crítica y polémica con la historia y la política nacionales. Ciertamente, las cinco zonas delimitadas, de manera tentativa, por supuesto, por el buen discípulo de Montaigne que es Sebastiani, se rebasan continuamente y desdibujan sus probables o hipotéticas fronteras solapándose y contaminándose. De modo que la cartografía del libro es, en realidad, una cartografía potencialmente movediza e inestable, lo que permite que, por su misma flexibilidad, cada lector organice su propio mapa y reorganice su propio esquema de regiones y de conexiones de los textos reunidos.Desprovistos de la marca cronoló gica que los anclaría de manera más firme en una estructura secuencial y circunstancial al mismo tiempo, los textos parecen flotar, y en su disposición vagabunda, por así decirlo, invitan a una lectura sobresaltada, discontinua, del conjunto. Es decir, a pesar de que se ha configurado como un cuerpo más o menos orgánico de partes, el libro es más bien un montaje ondulante y diverso que puede remodelarse constantemente.Como cualquier mapa, por otra par te, el libro puede leerse, entonces, des de cualquier esquina de su despliegue; como en un mapa, en él todas las zonas pueden ser centro y...

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