La lucha de los estudiantes me dio fuerzas para seguir

Mirem Iturregui, venezolana e hija de inmigrantes, ha estado inmersa en los vaivenes del sistema judicial desde 2007. En 2002 su padre le pidió asumir la constructora que fundó en la década de 1950.Recuerda que llegó al país en pleno paro petrolero para administrar el único edificio de la empresa, pues la práctica de su padre era edificar y vender de inmediato.Se trataba del Conjunto Re sidencial Los Apamates, ubicado en la parroquia Candelaria de Caracas, donde 14 apartamentos ya habían sido vendidos y los 47 restantes fueron ofrecidos en venta en 2007 a los inquilinos, excepto a uno por ser demasiado conflictivo.La gente aceptó la opción a compra; sin embargo, por detrás estaban trabajando para expropiar bajo el liderazgo del inquilino problemático, explicó Iturregui. En el ínte rin salió el decreto de expropiación 000594 al cual se acogieron los inquilinos que ya en 2006 habían formado una asociación llamada Salvemos Los Apamates.Bajo esta situación, los ha bitantes alquilados cambiaron las cerraduras del edificio, tomaron el cuarto de ascensores y la sala de fiestas donde Iturregui tenía una pequeña oficina. Vendieron todo. Escritorio, archivos...hasta el árbol de Navidad.Ella fue a Atención a la Víc tima en la Fiscalía el 9 de septiembre de 2007, pero el proceso se daba con mucha lentitud mientras los ocupantes introducían un amparo constitucional ante el Tribunal Supremo de Justicia.Estaba decepcionada e iba a tirar la toalla, pero la lucha de los estudiantes me dio fuerzas para seguir, expresó Mirem Iturregui.Odisea judicial. En 2008, el TSJ negó el amparo constitucional por lo que el desalojo procedía. Era el 7 de febrero, Miércoles de...

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