«El lugar de un escritor hoy es menos ideológico que antes»

Desde que publicó sus primeras novelas, El de solvido 1970 y La noche llama a la noche 1985 Âambas ree ditadas por la casa Random House MondadoriÂ, a Victoria de Stefano se le considera una de las intelectuales más articuladas del panorama cultural venezolano. Hoy, cuando aparece su novela más reciente, Paleografías, la autora de origen italiano es una referencia internacional del momento literario contemporáneo.

Aunque la novela editada por Alfaguara mantiene el estilo de escritura reflexiva e intratextual tan cercana a la metaficción que caracteriza a De Stefano, su protagonista ya no es un escritor sino un artista plástico que está ocupado en decodificar las causas de una depresión que lo mantiene sumido en la apatía y los pensamientos suicidas. Con esto, la escritora abre un espacio para la reflexión sobre la terapia psicológica como un lugar para la ficcionalización.

Imagen de su momento histórico.

Entre las características que contribuyen a darle un lugar preminente en las letras delpaís se encuentran su cercanía con las nuevas generaciones de escritores, su experiencia de vida, su profundidad intelectual y su persistente reflexión sobre la escritura. En el Hay Festival de Cartagena de hace tres años, De Stefano participó en el panel del foro ¿Para Qué Se Escribe? Escribir Ficción en Latinoamérica y en Europa con Alma Guillermoprieto, Enrique Vila-Matas, Ali Smith y William Ospina. Entonces planteó que el oficio de los autores busca trazar un mapa del recuerdo y de la memoria.

Justamente las primeras obras de De Stefano giran en torno a sus recuerdos de la lucha desde la izquierda, y su trabajo literario ha estado marcado por la influencia del frente guerrillero al que su esposo perteneció. La experiencia es semejante a la de otros autores cuyo arte fue sinónimo de lucha social.

El tema de las guerrillas generó en la época en la que la autora comenzó a escribir una serie de libros que, aunque publicados fundamentalmente en los años setenta, se gestaron en la década anterior, por lo que luego se les consideró como testimonios.

De Stefano es una excepción a esa regla. En esos años su oficio Âcomo ella misma llama a la escritura había alcanzado cierta madurez, pues sus primeras novelas se debaten entre la anécdota real y la reflexión ensayística. Son un poco como era su vida, dividida entre la lucha guerrillera por la que su esposo, Pedro Duno, estuvo varias veces en la cárcel Ây que hasta los obligó a exiliarse en Chile y las clases...

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