El lugar del expropiado

En la Exposición de Motivos de la Constitución Nacional, proclamada en 1999, hay un primer título, el de los principios fundamentales, donde se consagra la condición libre e independiente de la República Bolivariana Venezuela; condición permanente e irrenunciable que se fundamenta en el ideario de Simón Bolívar, el Libertador, su patrimonio moral y los valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional. Esto queda expresamente afincado en el primer párrafo de ese libro fundamental.

Y en el segundo se insiste en la impronta tutelar de Bolívar 1783-1830 sobre el texto constitucional, puesto que se hace descansar ese supremo estatuto en los hombros de la figura paradigmática de esa revolución inicial, el Libertador Simón Bolívar... en virtud de lo cual se establece que la nación venezolana, organizada en Estado, se denomina República Bolivariana de Venezuela.

La Constitución está, pues, apegada al pensamiento y proceder de Bolívar. Si esto es cierto, si esa Exposición de Motivos tiene alguna seriedad y no es retórica vaporosa, entonces la sensibilidad del Libertador, sus prioridades, su idea del mundo, sus exigencias, son embrión de leyes inapelables.

Veamos, pues, qué pensaba el caraqueño inmortal acerca de la inseguridad jurídica, terreno propicio para las expropiaciones. Dejemos que sea el Libertador quien asuma la voz de quienes hoy están mudos frente al Estado abusador, cuando no ladrón, que arrebata propiedades haciendo valer un poder avasallante y cruel.

A Anacleto Clemente le es cribe, desde Bogotá, en 1821: La mitad de la hacienda de Chirgua es mía, y debes llamar al arrendatario, por medio del general Soublette, para que le pague la mitad de dicho arrendamiento. Haz de modo que todo se haga judicialmente, que todo se haga por el gobierno.

Dile al general Soublette que tenga la bondad de ver esta carta, para que te proteja en la defensa de mis bienes; pues no es razón de que me quieran quitar lo poco que me ha dejado la revolución. Mañana. que se hará la paz, dejaré la presi dencia, y no tendré nada de que vivir.

Indignado frente a una inva sión, alerta al mismo Clemente, en 1823: Escríbele á Peñalver que tenga la bondad de encargar á un sujeto de bien que vaya á Chirgua, á fin de ver qué partido se puede sacar de aquella hacienda; y que haga lo mismo con respecto al Valle de Aroa, pues yo no sé quien lo posee ni...

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