Luis Quiroga Torrealba

Menos de una semana nos ha separado del maestro en vida. Al momento de fallecer se lleva la preciosa edad de 88 años. Preciosa no tanto por la cantidad Âque no sería poca cosaÂ, sino porque la calidad de su tiempo fue tan noble en entregas al estudio y a la educación que no hacen sino prestigiar cada uno de sus luengos y productivos días. Fue maestro en el sentido integral, pues supo aunar la ciencia con la amistad y éste es un don que se le reconocerá permanentemente. Pudo equivocarse, pero no fue la mezquindad sino la rigurosidad la que rigió su vida en todo momento. Nunca tuvo dudas de cuál era su pasión Âla lengua y de dónde tendría que desarrollarla Âel aulaÂ. En este último caso, el número singular perturba un poco, pues don Luis fue maestro en más de un aula y, aquí, el recordatorio obliga, al menos, a mencionar al Instituto Pedagógico de Caracas, de donde egresó con todos los honores; y a la Academia Venezolana de la Lengua, en donde ingresó para ofrecer los honores de su saber, derrochándolos sin los protagonismos y sin los aspavientos de los que hacen gala los espíritus nulos o vacíos. Aunque, quizá, su mejor obra fueron sus alumnos y sus discípulos, que los tuvo muchos y buenos en ambos renglones, Quiroga Torrealba deja una obra escrita y publicada de pocos títulos en formato libro y de muchos más en forma de artículos y textos de varia naturaleza. Es hoy el momento de recordar alguno de ellos para que el homenaje póstumo de admiración y cariño que hoy le rendimos tenga cabal sentido. Su bibliografía se estrena, como no podía ser de otra manera, con la redacción de manuales para la enseñanza de la lengua. Publicado en 1965, su libro...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR