Luisa Estella

Cuando se escucha declarar a la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estella Morales, máxima exponente del Poder Judicial, de inmediato la mayoría de los venezolanos se pregunta por qué esta honorable magistrada se aleja tanto de lo que establece nuestra Constitución, en el sentido de que el Estado garantizará una justicia "imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita". ¿Es tan difícil cumplir con este anhelo democrático y este imperativo constitucional?

Lo raro y lo sorprendente recorre hace tiempo la justicia venezolana. No está lejos en la memoria aquella apertura del año judicial en que la mayoría de los jueces coreaba sin ningún tipo de vergüenza la frase: "¡Uh, ah, Chávez no se va!", olvidando el principio constitucional que les impone lo siguiente: "Los jueces no podrán, salvo el ejercicio al voto, llevar a cabo activismo político partidista".

Tampoco se puede olvidar la entrevista concedida a un medio de comunicación por la honorable presidenta del TSJ, en la cual se refirió a su desacuerdo con la separación de poderes, pieza fundamental de un Estado democrático y de derecho. Lo contrario, valga decir, la inexistencia de esa división de poderes, es la característica fundamental de los regímenes autoritarios y dictatoriales como Cuba, Libia y Zimbabue.

En estos días, la honorable presidenta del TSJ nos ha dado una de sus insólitas manifestaciones de imparcialidad cuando, en ocasión de la audiencia efectuada en la Corte Interamericana de Derechos Humanos relacionada con la inhabilitación política del ex alcalde de Chacao Leopoldo López, se manifestó contraria a cualquier medida favorable al demandante.

La magistrada...

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