¿Maduro acorralado?

Asu regreso de China, Nicolás Maduro justificó el haber cancelado su asistencia a la Asam blea General de Naciones Unidas con el argumento de una denuncia escalofriante: El clan, la mafia de Otto Reich y Roger Noriega, una vez más, tenían planeado una provocación loca, terrible, en Nueva York, pensada para afectar mi integridad física. A falta de pruebas, mentira podrida. Por eso, tampoco esta vez se señaló detalle alguno de esos planes asesinos, ni nada se ha dicho de las supuestas informaciones de inteligencia que lo habrían alertado a tiempo.No obstante, en esta gravísima imputación incluso involucró Maduro al propio Barack Obama, en calidad de cómplice. Se sabe que las fantasías naturales de una mentalidad totalitaria sólo necesitan el deseo del hegemón para hacerse falsa realidad. Desde la imposible multiplicación de los panes hasta las más sórdidas conspiraciones criminales. O, como solía repetir Hugo Chávez, la palabra del pueblo es la palabra de Dios, y al ser la voluntad del líder indisoluble del poder soberano del pueblo, la versión oficial de la historia resulta por definición indiscutible.La novedad de este caso radica en el hecho de que la denuncia de estos planes criminales introduce un ingrediente inesperado, el carácter paranoico de la dirigencia cubana, forjado con razón en una larga y mortal guerra con el Gobierno de Estados Unidos. En Venezuela, sin embargo, no ha habido encargos de asesinar a nadie con pistoleros de la mafia norteamericana, invasiones como la de Bahía de Cochinos, crisis de los cohetes ni embargos planetarios durante medio siglo. A lo sumo, una retórica hostil por parte de Venezuela, desmentida continuamente con 1 millón diario de barriles de petróleo.Estos años de revolución se han adornado con denuncias como esta para permitírsele al régimen transformar un país tradicionalmente pacífico y amigable en otro, inauditamente inseguro y adverso. Como siempre quiso Hugo Chávez. A las órdenes de los caprichos que emanan de las catacumbas de Miraflores, animados por el torcido propósito de hacer imposible la convivencia civilizada de los venezolanos.En este mundo distorsionado de esta forma, los magnicidios, los sabotajes y las conspiraciones existen porque los anuncia, sin prosodia, sintaxis ni ortografía, algún portavoz improvisado.O el mismísimo Presidente de la República. El problema es que Venezuela no es la Unión Soviética de antaño, ni siquiera la Cuba en transición hacia no se sabe...

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