Maduro no es Maduro

Chávez con el respaldo de los hermanos Castro, su carisma y los petrodólares ve nezolanos era la cabeza visible movilizadora de un proyecto autoritario continental con fuertes visos totalitarios. Ese propósito sufrió un fuerte revés con su desaparición física, pero, obviamente, sus impulsores no cejarán en mantener la continuación del mismo, así sea por otros medios y otros personajes. Es demasiado lo que está en juego.En este plan, muy bien con cebido, Venezuela no puede ser separada o dejada a un lado para que otro país la reemplace. No tienen las condiciones económicas y no cumplen con la vocación de repartir regalar a cambio de respaldo político buena parte de su riqueza en el extranjero a costa de la insatisfacción de las necesidades de su población y, mucho menos, de iniciar un proceso sostenido de desarrollo endógeno.Es así como Chávez, ya en la fase terminal de su enfermedad, el 8 de diciembre pa sado, antes de partir para La Habana, designa, sin lugar a equívocos, en su testamento político, a Nicolás Maduro sucesor. Desde ese momento en adelante la historia ha sido harto trajinada. Los deseos del jefe único se cumplieron al pie de la letra por la camarilla civil dirigente, por la cúpula militar atornillada y por las postradas y genuflexas instituciones, sin chistar.Por eso Maduro, violentan do flagrantemente la carta magna lo señalaron connotados juristas y el informe de los acompañantes europeos posteriormente, es designado presidente encargado y candidato presidencial al mismo tiempo. Era a Diosdado, por su condición de presidente de la Asamblea Nacional, a quien le correspondía ejercer, temporalmente, la primera magistratura, pero tuvo que soportar ese trago amargo y pasar agachado. Al fin y al cabo, ese era el mandato póstumo del comandante.Vistas las cosas así, menos preciar a Maduro por su falta de condiciones para gobernar, y sin entrar en mayores consideraciones sobre el particular, sería un grave error que cometerían los sectores opositores que, por tantos años...

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