La magia de la campiña Toscana

Alejada la lluvia de la noche anterior, Lucca se nos ofreció en una mañana lumino sa para mostrarnos su hermoso urbanismo medieval. Como es común en estas pequeñas ciudades de Italia, el trazado de sus calles es irregular, así que, mejor que someterse a un mapa, es soltarse a caminar al placer de las imágenes que vienen al encuentro.Y en esto Lucca es pródiga: su origen etrusco, su coloniaje romano, su largo esplendor medieval y su acervo renacentista han dejado numerosas huellas en los muros que circundan la ciudadela. Pero también tantos siglos la han enseñado a convivir con la vida y las costumbres de lo contemporáneo; por eso no desentonan las boutiques de la alta costura milanesa ni las tiendas con creativos diseños italianos. Tampoco las damas toscanas de hoy que, en elegante atuendo, a pie o en bicicleta, se desplazan por sus estrechas calles, proscritas al tránsito de automóviles.Un pórtico nos abrió la entra da a una enorme superficie de perímetro elíptico. A su alrededor, hileras de casas de mediana altura armonizan los matices más diversos del amarillo, el ocre y los tintes rosáceos, característicos de las fachadas renacentistas. Este curioso óvalo en medio de la ciudad es la reminiscencia de un anfiteatro romano, de una arena que los pobladores convirtieron en su vecindario, pero sin atreverse a romper el diseño original.Lucca encierra numerosas iglesias de los más variados estilos. De todas, cautiva San Martino, el Duomo, construida en estilo románico de comienzos del segundo milenio.Allí se guarda en un santuario que evoca el morisco español, el famoso Cristo del Volto, pieza dramática tallada en madera negra. Esta es una copia realizada en el siglo XV del original atribuido al fariseo Nicodemus.El rostro se dice que fue tomado de la huella impresa en el pañuelo de la Verónica al secar la cara de Jesús.El muro que circunda la ciu dadela tiene hoy un aspecto apacible, lejanos ya los días en que protegía la villa, unas veces de güelfos, otra de gibelinos, que de manera alternada se enseñorearon en sus predios.Ahora su perímetro es el lugar para una inspiradora caminata.Con el otoño, los colores de la campiña toscana se acentúan y se enriquecen. Los árboles que se enrojecen y broncean con la nueva estación contrastan con los siempre verdes olivos y pinos. Hileras de cipreses demarcan como...

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