La majestad de Eddie Palmieri superó los problemas técnicos

Han sido días estimulantes para Eddie Palmieri, que no visitaba el país desde 2008, cuando participó en el Festival Internacional de Tradiciones Afroamericanas. Desde el jueves en la noche, cuando llegó a Venezuela, no ha parado. Ha sido necesario que anden detrás de él sus representantes y familiares para que el músico, de 75 años de edad y unos veintitantos de actitud, coma y descanse. El sábado en la mañana fi nalmente se dio la cita que lo tenía entusiasmado. Junto con varios de los integrantes de su agrupación La Perfecta II visitó el Centro de Acción Social por la Música, la sede del sistema de orquestas. Allí conoció a la Simón Bolívar Big Band Jazz y a la Orquesta Latinocaribeña, dos proyectos paralelos asociados a la institución ideada por José Antonio Abreu. Compartió con los jóvenes músicos, se emocionó ante las interpretaciones de sus propias piezas y no aguantó las ganas de subirse al piano y sumarse a eso que se suponía que sólo presenciaría. En la tarde, la plaza Diego Ibarra estaba irreconocible. La orquesta Bailatino, digna representante de la salsa en el país, abrió el espectáculo. Cuando el sabor de Francisco Pacheco y Su Pueblo habían tomado el escenario, ya no cabía nadie más en el lugar. Anochecía a ritmo de Botaste la bola, El espanto, Mi gallo pinto, La burra, Guarapita, Woman del Callao y la coreada Viva Venezuela. Fue difícil calcular cuántas personas rodeaban la tarima en la que se presentaría Eddie Palmieri, a propósito de la celebración de los cinco años de la nacionalización de Cantv. La gente copaba las plataformas, la plaza, la avenida contigua a la Diego Ibarra y cada lugar hasta llegar a la avenida Universidad. Cualquier rincón desde el que se escuchara el sonido que se generaba en tarima, era como una bendición. Había familias enteras, desde niños muy pequeños hasta...

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