Maldades de la Embajada de EE UU

Cuando tenía 17 años, vivía en Villa de Cura y pertenecía a la Juventud Comunista de Venezuela. Allí conocí a una dama a quien llamaban Diana, la húngara. Una bellísima mujer a quien nunca le dije nada que no fuera político, ya que en el partido nos decían que viéramos a las muchachas como hermanas de lucha y no como mujeres apetecibles. Así que, como un ga fo y por más de un año, intenté disfrutar de su intelecto revolucionario, y no de sus pródigas curvas.Un día, el camarada Mama güela, encargado de nuestra catequización comunista, dijo: --Camarada Iky esa ridicu lez era mi seudónimo, hemos notado que tiene desviaciones pequeñoburguesas y que es fanático de unos tales Beatles, peludos ingleses que representan la decadencia del imperialismo internacional. Así que, decida: ¿la gloriosa Juventud Comunista de Venezuela o esa podredumbre burguesa? T r é m u l o d e a l e g r í a , respondí: --¡Me quedo con Los Beatles! Ese día salté la talanquera ha cia la derecha, pero a la de verdad, a la progresista, a la que hace que el mundo avance.El camarada Mamagüela, con voz de maestro traicionado, dijo: --Camarada Iky, lástima que haya sido captado por agentes de la embajada norteamericana.--Camarada Mamagüela respondí, ¿usted cree que los gringos son locos para venir a este calorón de Villa de Cura a captarme? Me despedí de la bella húnga ra anhelando que también ella saltara la talanquera. Pero...

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