Se fue Manuel Caballero, ese río siempre sonoro

"¡Usted dirá!". Así contestaba el teléfono Manuel Caballero, lo mismo a amigos que a desconocidos. Era una frase dicha por una voz con mucha energía, la voz de un hombre que daba la impresión no tanto de estar apurado como de estar siempre haciendo una cosa que valía la pena hacerse y que, por ende, si se trataba de hablar, había que ir al grano. Pero, además, era una frase dicha de una manera tal que, aunque se hubiera escuchado un montón de veces, cada vez era una sorpresa. Nunca se sabrá si también quería con ella causar un poco de risa al interlocutor. Si algo tenía Manuel Caballero es que no hacía nada sin humor.

Falleció ayer, ya se sabe. Tempranito porque tempranito era su hora. "Yo escribo bien de mañana porque luego de las 9:00 empiezan a llamarme los periodistas", largó un día, con esa gracia suya tan característica que le permitía echar broma con eso de que él era una persona importante, solicitada e imprescindible. La gente se río, y él también, porque sabían que era verdad.

Lo llamaba todo el mundo. Y no sólo los muchachos. Cada vez que hace falta que alguien explique el país -como si eso fuera posible- se apela al final a la misma gente. La de siempre. ¿A quién más? Han dedicado su vida a pensar a la nación. Incansablemente y con cariño. Caballero se encontraba entre los primeros de esa lista. Y como cada día, sobre todo últimamente, hace falta que alguien explique el país, el teléfono sonaba con frecuencia. Menos mal.

Por lo demás, era de esos historiadores que han vivido la historia, pero no como historia, claro, sino como vida. Manuel Antonio Caballero Agüero, nacido el 5 de diciembre de 1931, en Caracas (que no en Barquisimeto, adonde llegaría un mes después), no había cumplido los 20 años de edad cuando fue extrañado del país, el 4 de agosto de 1952, con destino a Francia. Tan pequeño y tan valiente, había sido protagonista de manifestaciones contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, considerada durante bastante tiempo como la última del siglo XX.

"Hace algunos años, se me pidió una opinión o una reminiscencia de nuestra generación intelectual (la de los grupos Sardio y Tabla Redonda); la que en los años cincuenta se opuso a la dictadura militar. Mi respuesta puedo citarla tal cual, pues sigo pensando lo mismo: fuimos una generación de contemplativos que una pasión moral llevó a la acción. El aborrecimiento del militarismo y de la dictadura nos llevó a la cárcel primero, al exilio...

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