Manuel Fihman narra en versos

La escritura de Manuel Fihman debe leerse en voz alta. Sus versos, que tienden a dispersarse por toda la página, llaman a la oralidad. Sus poemas incluso tienen acotaciones, como hay en las obras de teatro para los actores, con el objetivo de que se sepa, por ejemplo, que un personaje como Yo, el Extranjero habla con aire patibulario /que algunos /o no pero algunos /llamarían elegíaco o para señalar que La Contramaestre tiene un aire de náufrago. Deben ser los años que pasó en teatro, porque desde la juventud, Fihman se entregó a las tablas con el mismo ahínco con el que comenzó a garrapatear versos en papel. La primera obra de teatro que protagonizó, Dios una come dia de Woody Allen, fue dirigida por Moisés Kaufman, años antes de que el poeta y el dramaturgo se fueran del país y décadas antes de que volvieran a encontrarse en Nueva York. Caballos hebreos Eclepsidra, 2012, el primer libro de Fihman, puede leerse como un largo poema que surgió del dolor que le causó la muerte de su abuela materna, un hecho que lo sumió en un tipo de orfandad y que cortó un lazo con su niñez y terminó con la única obligatoriedad real de volver a Venezuela. Se trata de una reflexión sobre la niñez que los padres de su madre, tanto como los de su padre, ayudaron a crear. El poemario se presentará el sábado a las 11:00 am en la librería Kalathos del Centro de Arte Los Galpones y contará con palabras de Javier Rivera, productor y director de teatro. Fihman, como es de esperarse, declamará algunas entradas de su obra. Versos ecuestres. La historia de su linaje es la obsesión más persistente de este poeta que se...

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