El maoísta

Mi amigo llegó a la UCV como oyente cuando Héctor Mujica era diputado del PCV y di rector de la Escuela de Comunicación Social. Tenía nombre francés y apellido francés, y se consideraba descendiente directo del Che Guevara, Jean Paul Sartre y Julio Cortázar. Su primera voltereta ideológica casi pasó inadvertida, pero fue motivo de habladurías en el cafetín AVP, una versión intramuros de lo que ocurría en Sábana Grande, y que era lugar de encuentro de escritores como Adriano González León, Orlando Araujo, José Ramón Medina, Carlos Augusto León y David Alizo; divulgadores del marxismo soviético como J. R. Núñez Tenorio y Edmundo Aray; líderes estudiantiles como Carlos Blanco, Alexis Adam y Juvencio Pulgar; políticos como Domingo Alberto Rangel y Pedro Duno; economistas como Héctor Malavé Mata, Héctor Silva Michelena y D. F. Maza Zavala, y periodistas como Chepino Gerbasi y Luis Rojas Vásquez.El francesito, que se decía na cido en Barlovento, siempre andaba con un libro distinto bajo el brazo. Cuando el movimiento de renovación académica afloró como una posibilidad de subvertir el orden universitario, se presentó con la versión plastificada y de bolsillo del librito rojo de Mao, que regalaba Víctor Ochoa en un kiosco en la plaza Diego Ibarra en el Centro Simón Bolívar. Ahí perdió la sindéresis y la compostura. En cualquier situación, y con la fe de los carboneros, recitaba citas del Gran Timonel: Una revolución no es una merienda en el campo, sino una acto de violencia mediante la cual una clase derroca a...

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