Mardin una vigía medieval en Turquía

E n la alta Mesopotamia turca, 1.100 kilómetros al sureste de Estambul, una ciudad encaramada sobre un promontorio vigila en silencio la planicie siria. Es Mardin, entre los míticos ríos Tigris y Éufrates, y con 6.500 años de historia para contar.Desde el aire se ve, impo nente, el perfil de las murallas que desde hace siglos ya no protegen a la ciudad. Fueron parte de la ciudadela y ahora, abandonadas, brindan el mudo testimonio de un pasado en el que la vida en paz nunca fue la norma.La pequeña Mardin tiene un nacimiento desdibujado que la historia del Cercano Oriente ubica en el año 4500 a. C. Fue sumeria, babilonia, hitita, persa, romana, bizantina, árabe, kurda, turca...Saladino no pudo con ella, pero Tamerlán sí. Y esas oleadas de invasiones militares a través de los siglos depositaron los sedimentos de cultura y arquitectura que moldearon la ciudad medieval que se conoce hoy.Si se llega a Mardin en bus ca de monumentos, el monumento es la ciudad misma, otro Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Está enclavada en el Kurdistán, esa región de fronteras flexibles que se reparte entre 4 estados Turquía, Irán, Siria e Irak y que en Turquía habitan unos 20 millones de kurdos.A eso de las 5:00 pm, la calle principal de Mardin es puro vértigo. Todo llama la atención en esa vía serpenteante de edificios color arena, llena de comercios, transeúntes y vehículos apurados. Toda la actividad humana en este antiguo pueblo tiene lugar alrededor de la calle principal. A partir de ella, la vida es en subida o en bajada, pero nunca plana.Esta es la Mardin medieval, en la altura, la que se eleva en el promontorio y baja, aterrazada, en cascadas de casas y mezquitas, hacia la planicie. Allí abre sus brazos para encontrarse con la otra Mardin, la ciudad nueva, de edificios altos, desordenada y de tránsito caótico, donde los buses comparten carril con los burros que zigzaguean en el tránsito.Esta ciudad nueva surge del proyecto GAP, concebido para desarrollar la región e integrar así al pueblo kurdo originario, a través de mejores condiciones de vida, al estado turco al que pertenecen.Luz dorada. Cuando comien za a caer el sol sobre Mardin, la luz vuelve dorada a las colinas circundantes y el color arena del entorno cobra una intensidad dramática. Es un fuego que pega sobre el oro y propaga esa luminosidad ardiente a la ciudad.Luego llegará la noche, redoblando la magia de este enclave medieval, lleno de pasajes y pasadizos que se hunden en la montaña o...

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