Massiel, de denunciante a terrorista

Por la vereda viene bajando un Judas. En realidad lo trae cargado un hombre que está apurado y que lo deja recostado de una pared, a orilla de la calle. El muñeco es monstruoso: tiene una máscara de esqueleto, ojos de zombie, peluca verde sucia y un cigarro clavado en la mitad de la lengua. El símbolo de la traición católica es testigo de los que andan por el barrio Villa Zoila de la Cota 905, en Caracas: mujeres llevando bolsas, muchachos flacos que ya usan bastón, motos que suben escaleras, hombres que esperan el autobús, niños que toman malta en botella. El otro día también bajaron ese muñeco y me asusté, pensé que era un muerto, dice Juana Herrera, abuela de Massiel Pacheco Miranda.A Juana Herrera, de 62 años de edad, no solo le atemorizan los muñecos de tela. Ahora se asusta por casi todo. Se distrae, se pone la mano en la cara y llora en la mitad de una oración, pide permiso para sentarse porque hace días no se le quita el dolor de cabeza. En la casa del callejón Guaicaipuro, unas arepas están friéndose en un caldero. ¡Ay, se quemaron!, dice la abuela cuando el olor de la comida irreparable interrumpe su distracción. Desde el 1º de abril, día en el que la nieta fue detenida por la Guardia Nacional Bolivariana, Juana, Dreimy, Paola, Oriana, Daviana y Santiago viven en una casa en la que entró el miedo y ya no está Massiel, que fue imputada por la Fiscalía de terrorismo individual y ocultamiento de artefactos explosivos y se encuentra presa en el Instituto Nacional de Orientación Femenina.Por esos cargos podría pagar hasta 30 años de prisión, 9 más de los que ella tiene.Apenas es martes de Semana Santa y ya el Judas que en su deformidad no encarna a ningún político venezolano está dando rédito. Lo pusieron en el medio de la calle para pedir el dinero de su quema, que debería ser hoy. La tradición más lucrativa de Semana Santa comenzó festiva, pero unos escalones más arriba el calvario es puertas adentro.El hogar de las Pacheco Miranda es una estructura estrictamente matriarcal compuesta por bisabuela, abuela, madre, hijas y nietas. El único varón que vive con ellas está aprendiendo a hablar: Santiago, el hijo de 1 año y 11...

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