Los melómanos caraqueños quedaron a merced de Cadivi

Paul McGuiness, el manager de U2 desde 1978 hasta la actualidad, ha dicho que uno de sus héroes es un compositor llamado Ernest Bourget, que en un principio fue visto como un artista quejumbroso, pero demostró ser más bien un visionario. El personaje estaba sentado en un restaurante parisiense en 1847 y reconoció que la orquesta interpretaba una de sus creaciones. Nadie había solicitado su permiso para hacerlo y, como era algo impensable entonces, no se le había pagado ni un centavo. Así que, furioso, decidió tomar la justicia por su mano y se marchó sin cancelar la cuenta. Fue este artista francés el que ganó en 1851 la demanda que originó la creación de la Sociedad de Autores y Compositores de Música, el primer organismo dedicado a defender los derechos de estos creadores. Pareciera que la industria musical se dividiera en los que concuerdan con Bourget y los que han decidido regresar a la época en que era simplemente gratuita. El propio McGuiness, conocedor del negocio a profundidad, escribió en Rolling Stone un artículo titulado Có mo salvar la industria musical, en el que destacó la frase: La idea de que el contenido gratuito es un hecho inexorable de la vida impulsado por el indetenible avance de la tecnología es un mito. Es más bien parte de la agenda comercial de grandes compañías de telecomunicaciones. Las descargas ilegales en In ternet y también la distribu ción de música por comerciantes informales Âque han dejado de interesarse en ese rubro y prefieren las películas y softwares informáticos cambiaron repentinamente el panorama del negocio. De acuerdo con cifras de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, 95% de la música que los usuarios obtienen de Internet llega a sus computadoras personales sin dar nada a cambio. En junio de 2009, año en el que comenzaron a cerrarse en Venezuela las sucursales de Esperanto, se difundió una noticia devastadora: la última megatienda Virgin Records, si tuada en la Quinta Avenida de Nueva York, bajó la santamaría. Antes, el 20 de agosto de 2006, Tower Records se había declarado en bancarrota. El control cambiario. A princi pios de junio cerró sus puertas la discotienda Esperanto del Centro San Ignacio. Esos...

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