La mesa servida para el Salón

Hay historias que merecen ser compartidas. Juan Carlos Bruzual, panadero de oficio y vocación, creador del Iepan, llegó a una de ellas por azar o por destino. Gracias a la viajera Arianna Arteaga se enteró de la existencia de Flora y René, dos panaderos pemones que a los pies del Auyantepui, en Kamarata, se levantaban todos los días a la una de la madrugada con el propósito de elaborar panes para su comunidad, aunque a esa hora sólo los rodeara la oscuridad. Flora aprendió a hacer panes gracias a su hermana monja y en ese paraje de belleza primigenia, los reproducía cada madrugada. Bruzual, con el ímpetu de los convencidos, armó cursos para recaudar fondos, consiguió cuatro avionetas y un buen día se apareció a los pies del Auyantepuy con siete kilos de harina, 20 de manteca y los conocimientos que ahora le permiten a Flora y René una mejor vida. Ya no se levantan a la una de la madrugada. Ahora preparan el pan desde el día anterior y amanecen a las cuatro para prender el horno, gracias a que saben cómo usar levaduras que trabajan más lentamente. "Entendí que lo que para ellos es excepcional -ese conocimiento de las levaduras- para mí es cotidiano. Y lo que para ellos es cotidiano -vivir a los pies del Auyantepuy-, para el resto es excepcional", cuenta Bruzual. Por fortuna y buen tino, esa historia quedó registrada en videos, fotografías y será parte de un proyecto bautizado PANaventura que ha llevado a Bruzual a varios lugares distantes del país, en historias hermanadas por el pan. En Los Nevados de Mérida, tras cuatro horas de incierta carretera en rústico, consiguió un molino de trigo de 180 años que se mantiene vivo gracias a José Saavedra, quien preserva esa tradición y orgullo que heredó de su abuelo. En Paria, comenzó la ruta de las domplinas, ese pan que llegó de las Antillas y que lo llevará a un recorrido desde el Delta La Gran Sabana. En todas las escalas deja una receta de pan propio y ayuda a decodificar en gramos precisos las de sus anfitriones. Esas conmovedoras historias de pan y lugares remotos serán las que comparta en una de sus ponencias del Salón Internacional de Gastronomía que este 2012 cumple 11 años y lo ha elegido como imagen junto al chef Víctor Moreno. Lo que se verá en el Salón Llegar a esa edad constituye un mérito. Ser una cita gastronómica que puntualmente se celebra cada año, desde hace más de una década, es un logro que merece mención. Lo recuerda Rafael Cartay, autor de libros como Entre gustos y sabores...

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