México en una nuez

Mi primer contacto con la obra de Carlos Fuentes fue de un modo indirecto, a través del cine. Poco después de ver Los caifanes descubrí que él era el autor del guión de la película que tanto me había impactado. La cinta, considerada hoy pieza de culto, fue dirigida por Juan Ibáñez en 1966 para uno de los concursos de cine experimental. La película narra las peripecias de una pareja de clase media alta que por una circunstancia forzada recorre una noche la Ciudad de México y sus bajos fondos en compañía de cuatro marginados: Capitán Gato y sus caifanes: El Azteca, El Mazacote y El Estilos. Carlos Monsiváis tiene una breve pero memorable aparición interpretando a un indigente, borrachín y trasnochado, disfrazado de Santaclós. Los sesenta gestaron cambios sociales en mi país que se expresaron en la literatura y en la cinematografía mexicanas. Varios escritores colaboraron en películas del llamado cine independiente: Alberto Issac se basó en un cuento de Gabriel García Márquez para el guión de En este pueblo no hay ladro nes, con apariciones incidenta les del propio García Márquez, Monsiváis y Juan Rulfo. Por su parte, Rulfo escribió un texto inspirado en las inquietantes imágenes filmadas por Rubén Gámez para La fórmula secre ta, y Carlos Fuentes fue coguio nista en el filme Pedro Páramo, dirigido por Carlos Velo. En México la obra de Carlos Fuentes nos marcó de un modo profundo pues pudimos reconocernos en ella tanto los adolescentes que descubríamos la literatura del boom latinoamericano como los lectores ya mayores. Guardo nítidamente la imagen de la portada de La muerte de Artemio Cruz en la mesa de noche de mi abuelo, al lado de alguna novela de Agustín Yáñez, otro de sus autores predilectos; y con la misma nitidez recuerdo la edición de Aura que un compañero del bachillerato aspirante a escritor --seguramente identificado con el personaje de Felipe Montero-resguardaba bajo el brazo, cerca de si, y no con el resto de los libros de Álgebra y Biología con que atiborraba un gastado morral de lana cruda. En agosto de 1995 llegué a Venezuela para hacerme cargo de la agregaduría cultural en la Embajada de México y en octubre recibimos la visita en Caracas de Carlos Fuentes quien, entre otras actividades, ofreció en la Casa Rómulo Gallegos la conferencia México en una nuez, que retomaba el título de un ensayo de Alfonso Reyes. La mayoría de los diarios locales dieron cuenta de su presencia de tal suerte que antes de la hora pautada...

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