Militantes

Uso el término en un sentido lato y seguramente bastante arbitrario. Digamos que el trajín habitual lo utiliza para aquellos que pertenecen a una organización con fines ideales, en especial los partidos políticos. No es eso, aunque tampoco esté tan lejos de lo que pretendo expresar.Se trata de que muchísimos venezolanos hace un par de decenios veían la política como una actividad bastante deleznable, prescindible y no pocas veces delictiva. Triunfaba, pues, por todo lo ancho, la antipolítica. Auspiciada, además, por mucha gente, élites y medios. Y, seguramente, por la decadencia de la actividad política misma y la estacional sequía petrolera.Más de la mitad de los venezolanos eran pobres de solemnidad, pero al diablo, la cosa era hacerse del billete, la gala o el renombre y no mirar hacia los cerros cuando se iba al club de playa o al aeropuerto para viajar a los países venturosos. Lo cual ya va siendo historia vieja.Ciertamente que no llegó la redención a ese poco enaltecedor panorama pero sí la barbarie y la demolición inimaginable del país, el arrase de lo que de civilización, modernidad y democracia habíamos construido, que no era poco. No es raro entonces que se oyera en todos estos años el sonsonete que estábamos pagando, en exceso se hacía hincapié, confesos pecados históricos.Y es tan monstruosa la destrucción nacional, que casi todos nos vimos afectados en lo esencial de nuestras vidas. Claro, siempre quedaron altaneros viejos ricos y se multiplicaron desaforadamente los nuevos, ávidos e incontinentes, pero las grandes mayorías a estas alturas tienen muy poco que perder. De manera que este es hoy un país de víctimas, las de siempre y las nuevas que crearon las hordas ignorantes, rapaces y sin moral que pusieron sus garras sobre el país y la inconsciencia reinante para hacer sus innumerables fechorías y abismales desaciertos.Y mire usted. Mientras más inmunda se hacía la políti ca reinante, nosotros, los aplastados, nos politizábamos hasta niveles poco comunes. Durante todo este tiempo de sombras comimos política a toda hora, con sus sobredosis de vejámenes y contusiones. Tantas que muchos decidieron tomar las de Villadiego. Yo dudo que en pocos países ha existido tal obsesión y por...

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