¿Y los militares qué?

Nada infunde más se-guridad que sentirse apoyado por otros, sobre todo si el res paldo viene de muchos. La proximidad de sentimientos, de ideas, produce confianza, certeza. En masa, en multitud, las diferencias se diluyen para convertirse en una fuerza común. Socializados y educados dentro del sistema democráti co, nos acostumbramos a pensar en términos de la voluntad de las mayorías. ¿Cuántas veces hemos escuchado decir que en Venezuela manda el pueblo? Gran alivio deberíamos sentir, entonces, los que nos hemos opuesto consistentemente al chavismo, al leer en todas las encuestas que cerca de 90% de la población quiere un cambio en la conducción política del país. Si la mayoría expresa su voluntad el 6 de diciembre, el 7 amanecerá con una complicada pero certera apertura hacia un país de libertades y progreso.El relato del deseo no es, sin embargo, el orden de la realidad. Aunque haya numerosos casos en la historia política de las naciones en que las mayorías marcaron el derrotero colectivo, hay igual número de casos, o más, en que las minorías definieron el paso. Por citar solo un ejemplo afín al espíritu de la revolución bolivariana, cuando en 1917 los bolcheviques se encontraron con una Asamblea compuesta mayoritariamente por opositores, decidieron asumirse como minoría y monopolizar el poder como tal.Más que dejarnos llevar, en tonces, por la emotividad y el contagio sentimental que surgen de la adhesión y la...

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