Esa mirada de desprecio

Hace algunos años se hizo una investigación sobre la pobreza en varios países. Se entre vistaron a decenas de miles de familias pobres. Se trataba de identificar patrones comunes para diseñar soluciones comunes. Una pregunta sobresalía de las demás: ¿Qué es lo peor de ser pobre? La respuesta predominante sor prendió a los investigadores. No deja de sorprender todavía a muchos. La mayoría esperaba respuestas sobre la dureza de la vida material, porque la pobreza es muy dura. Ramona, por ejemplo, no tiene baño y vive en el Guarataro. Un derrumbe le tumbó la mitad del rancho, y en esa mitad estaba su baño. Ahora ella y sus carajitos sólo pueden usar los baños de los vecinos. Tampoco tiene marido, se lo mató un hampón. El niño que carga está verde, no levanta la cabecita. Para romper el hielo le pregunto si me va a invitar un cafecito. Se pone colorada y en su lugar me ofrece agua. Le acepto el agua me acerco con ella a la nevera. No había nada. Sólo una jarra de Tupperware muy desgastada por el uso, de donde saca el agua que me ofrece. Muchas Ramonas fueron inqui ridas: ¿Qué es lo peor de ser pobres? No respondieron el hambre, tampoco la falta de acceso a la salud, ni la precariedad de la vivienda. Tampoco respondieron el costo de la vida o la inseguridad. La mayoría de las Ramonas habló de dignidad. La mayoría de las Ramonas dijo que lo más terrible de la pobreza es esa mirada de desprecio con la que nos ven, ese desdén. Por eso es que para ganarse el corazón de los más humildes Âque en Venezuela son la mayoría no bastan programas sociales por muy bien diseñados que...

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