Una mirada estereoscópica

Abordar la vida y obra de un personaje de la complejidad de Gego no es tarea fácil. No obstante, María Elena Ramos se embarca en una labor en la que se van reconstruyendo aspectos esenciales de la totalidad de la artista, no sólo a través de su propia voz, sino de las de quienes la circundaron. De origen alemán y nacida en 1912, ya desde pequeña dejaba entrever un aspecto frágil y sensible en su carácter por lo que fue trasladada a una escuela más cónsona con su condición y en donde desarrolló una actitud de enfant terri ble. Quizá esos fueron los pri meros brotes de la ebullición creativa que sobrevendría en la medida que la creadora fuese madurando en el tránsito por la vida. Aunque se podría hablar de una cierta excentricidad en lo referido a su vivencia, hay una gran coherencia metafórica en su historia vital; así en 1938 se hace ingeniero con mención en Arquitectura y, en esta particularidad aparentemente casual que he mencionado antes, se hace capitana de navío quizá evocando el viaje que le esperaba por venir. Sin embargo, la época que le tocó vivir no fue fácil dado que era una joven proveniente de una familia judía acomodada justo en la Alemania de preguerra. De esta manera, en 1939 emigró a Venezuela donde le tocó vivir en primera instancia en una pensión para luego pasar a compartir un departamento. En 1940 se casó con un empresario alemán --Ernst Gunz-con cuyo apoyo montó un taller de carpintería y lámparas. Con él tuvo dos hijos, Bárbara y Tomás. No obstante, su vida estaba a punto de dar un vuelco, no sólo emocional, sino en el descubrimiento de su potencia creadora. Resulta sumamente intere sante cómo María Elena Ramos va introduciendo pau latinamente al lector en una historia donde la intriga y el deseo de saber más no cesan. La polifonía que logra la autora es encomiable al momento de construir un todo con los testimonios de quienes fueron cercanos a la artista. En 1952, al separarse de Gunz, conoce al que sería su compañero de vida: el diseñador Gerd Leufert, con quien su experiencia artística se intensificó. Por ese entonces Gego adquirió una casita en la localidad de Tarmas, donde solía pasar temporadas en las que la vivencia con los amigos y la contemplación del espacio eran el día a día. Inicialmente influida por los artistas cinéticos, Soto y Cruz Diez, lleva a cabo su obra Sphe re hacia 1959, que se encuentra hoy en día en la colección del MoMA. Sin embargo, Gego no quería adoptar exclusivamente las ideas del arte...

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